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Especificidad y métodos de cultivo

El tomate es un cultivo de temporada cálida y de día largo. El intervalo ideal de temperatura se sitúa entre los 18° y los 27° C. Por ello, la mayor parte del cultivo en campo abierto o en invernadero tiene lugar entre los 30° y los 40° paralelos, tanto en el hemisferio norte como en el hemisferio sur.

Tomate.

Las temperaturas inferiores a 10°C afectan negativamente a la inducción floral, mientras que las heladas nocturnas pueden dañar gravemente el cultivo. Del mismo modo, las temperaturas superiores a 35°C en presencia de baja humedad provocarán el aborto de las flores, mientras que la polinización se reduce enormemente en climas demasiado secos y con altas temperaturas. Una nutrición equilibrada de la planta puede reducir en gran medida la pérdida de racimos florales en estas condiciones extremas de altas temperaturas.

La polinización se ve muy reducida en climas demasiado secos y con altas temperaturas.

El aumento de la radiación global conduce a un aumento de los azúcares producidos en las hojas durante la fotosíntesis. A mayores niveles de azúcares producidos corresponden más frutos y tamaños, influyendo así en las cantidades producidas. El tomate es sensible a condiciones de poca luz, de hecho el cultivo requiere un mínimo de seis horas de radiación directa (alta intensidad lumínica) al día para la floración.

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Dado que la duración del día en climas mediterráneos no es un factor crítico en la producción de tomate, el cultivo en invernadero se practica en un amplio rango de latitudes de norte a sur. Si la intensidad de la radiación solar es demasiado alta (por ejemplo, en pleno verano), pueden producirse rajaduras, quemaduras solares y una coloración desigual durante la fase de maduración.

El cultivo de tomate en invernadero no es un cultivo de invernadero.

La necesidad de todos los empresarios agrícolas es llegar a fin de mes y obtener unos ingresos decentes con su trabajo.
La necesidad de todos los empresarios agrícolas es llegar a fin de mes y obtener unos ingresos decentes con su trabajo.

Para conseguir estos objetivos en un mercado cada vez más competitivo, con una climatología cada vez más impredecible y una alta volatilidad de precios, cada vez es más importante no cometer errores en el campo, empezando por las semillas y terminando por la comercialización de la cosecha. En el caso del tomate de mesa, lo que se necesita es un fruto que combine una excelente presentación (forma, tamaño, color, textura, etc.) con aspectos de calidad (sabor, azúcares, ácidos, etc.).

Tras cumplir estos requisitos comerciales, se deben evaluar las necesidades agronómicas con sistemas y controles adecuados y adaptados a la zona de cultivo, eligiendo variedades idóneas y prácticas y estructuras ideales más o menos tecnificadas según las necesidades de cada explotación.

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