Una nueva plantación de un huerto o viñedo implica una evaluación muy cuidadosa para una inversión que tendrá que durar muchos años.
Empezando por el estudio del suelo con análisis químicos y físicos y con la observación de otros muchos parámetros como la capacidad hídrica, etc., se pueden evitar errores difíciles de resolver en los años siguientes a la plantación. Al mismo tiempo, las plantas existentes necesitan una intervención cada vez más oportuna para lograr los máximos resultados.